Rafael Devers tiene una excelente oportunidad de resolver dos problemas con un swing. Pero para ello debe abrirse y ver esta crisis como ese regalo que le hacía el bateador cuando recibía una línea en la antesala con las bases llenas y un out, donde con solo tocar la base hacía el doble play y terminaba la entrada.
Uno es un tema hacia dentro y el otro hacia afuera. Si el de Samaná acepta jugar en la inicial, como se le está rogando en Boston, puede cicatrizar esa herida abierta desde febrero cuando se le informó que colgaba el guante, que su nuevo rol era el de bateador designado.
Un movimiento que para un pelotero de su edad (28 años) puede ser tan duro como pedirle a Ramón Orlando en los 80’s que renunciase al micrófono y se limitara a tocar el piano. Es cambiarle su naturaleza, un proceso que requiere de tiempo para ser asimilado y no todos lo consiguen a la misma velocidad.
MUCHO QUE GANAR
Devers no tiene nada que perder jugando en primera, sí mucho que ganar. Si al experimento sale mal, puede alegar con hechos lo que dejó entender el jueves cuando hizo público su rechazo; que fue una improvisación de Craig Breslow, director de béisbol de los Red Sox, a quien acusa de sacarlo de la tercera. A su favor juega que no tuvo el tiempo de preparación y quienes quedarían mal son Breslow y el dirigente Alex Cora.
Puede inspirarse en Luka Doncic, quien con su desempeño una vez llegó a los Lakers en ese polémico cambio es probable que termine con la carrera gerencial de Nico Harrison. Es en la cancha y no ante los periodistas que los atletas cuestionan a las oficina de operaciones y a sus críticos.
Pero si el experimento sale bien, si es un inicialista promedio, se crecería, terminaría cambiando esa imagen en torno a su figura, a su bajo perfil cuando se le pide que se ponga de frente y no de lado, de que no tiene liderazgo. Una que hasta David Ortiz la secundó en junio de 2023, meses después de firmar una extensión por 313 millones de dólares.
LAS REFERENCIAS
Devers despejaría ante a la afición de Boston que está dispuesto a hacer lo necesario para ayudar al equipo. Albert Pujols y Miguel Cabrera, dos futuros inmortales que pueden llegar a Cooperstown con el voto unánime y a quien Devers creció admirando y los enfrentó, en su momento lo entendieron.
Pero el mayor ejemplo que puede tener es Mookie Betts, con quien Devers jugó en Boston entre 2017 y 2019 cuando el quisqueyano daba sus primeros paso en liga grande y el estadounidense era uno de los referentes del equipo.
Betts, con un contrato mayor que el suyo, tenía seis Guantes de Oro en el jardín derecho hasta que en 2023 en los Dodgers se le pidió bajar al cuadro a las exigentes posiciones de segunda y el campo corto. Desde entonces, como utility su figura se agigantó.
NADA GARANTIZADO
Obvio, si bien la primera base es señalada como la posición menos exigente a la defensa nada garantiza que un jugador que muevan allí garantiza un nivel promedio. Hanley Ramírez, quien fuera torpedero promedio en la primera parte de su carrera, no triunfó en la inicial. Precisamente en Boston.
Devers es un empleado premium, pero uno al que no se le firmó para que dé soporte técnico a computadoras y se le está exigiendo que limpie los baños en el Femway Park.