Yaxel Lendeborg, hijo del exselección nacional Pedro “Okari” Lendeborg, puede ser elegido en el draft de la NBA del 25 de junio. Hay rankings que los ubican rozando el final de la primera ronda o la parte baja de la segunda.
Sin embargo, el delantero de 22 años que por estos días se encuentra en los NBA Combine, las exhibiciones de talentos ante los equipos que sirven de termómetro para conocer la cotización de cada uno, dice estar un 50-50 en torno a su decisión de permanecer disponible o regresar a la NCAA, donde se transfirió a los Wolverines de Michigan.
Lendeborg tiene un incentivo muy grande, conquistado en 2021 por un fallo a favor de los atletas de la Suprema Corte de Justicia tras más de una década de lucha en los tribunales.
La sentencia NCAA v. Alston dio lugar al nacimiento de los acuerdos NIL (pagos por el uso de la imagen de atletas considerados aficionados), un paso histórico que dio un cambió radical para muchos deportistas, a quien el sistema universitario solo le proveía de una beca y la plataforma para convertirse en estrellas a una minoría. Pero nada de dinero.
Los acuerdos NIL (Nombre, Imagen y Semejanza) en la NCAA permiten a los estudiantes-atletas recibir ingresos por el uso de su nombre, imagen y semejanza.
En esencia, esto significa que pueden firmar acuerdos de patrocinio, hacer apariciones públicas y participar en otras actividades comerciales, siempre que no violen las reglas de la NCAA y las leyes estatales.
Un reportaje del diario USA Today da cuenta de que durante una temporada, el titular de un equipo de una conferencia potente, como Lendeborg, suele ganar más que un jugador de la NBA en el primer año de un contrato de novato.
Para muchos, podría ser la mayor cantidad de dinero que hayan ganado en una sola temporada jugando al básquet.
Los intentos de encontrar el equilibrio, de maximizar los ingresos en la universidad y en la NBA, han sembrado el caos en las filas universitarias a través del portal de transferencias y la constante rotación de plantillas.
La NBA solo garantiza el pago a los 30 jugadores tomados en la primera ronda del próximo draft. Hasta 62 millones de dólares al primer pick y un máximo de 14 millones al 30. Pero los tomados en la segunda, del 31 al 60, no tienen garantía económica.
Una temporada que lo disparó
Lendeborg, que promedió 17.7 puntos y 11.4 rebotes en su segundo año colegial en la Universidad de Alabama en Birmingham, no quiere quedarse en la universidad solo por el dinero.
Pero tampoco quiere ir a la NBA y perder la oportunidad de ser un jugador de rotación rápidamente. Solo necesita que un equipo le prometa que conseguirá a alguien para que se quede en el draft. Quiere saberlo antes del 28 de mayo, la fecha límite para salirse de la lista de disponibles al sorteo de la NBA.
«Si no sucede para entonces», dijo Lendeborg, «la decisión será muy difícil de tomar».