La actividad del Etna, el mayor volcán activo de Europa, situado en la isla italiana de Sicilia (sur), da muestras de debilitarse tras la potente erupción de este lunes, que causó temblores intensos y una colada de lava en sus alturas.
El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) informó esta tarde de que la actividad eruptiva ha entrado en «fase decreciente» y que la emisión de cenizas, aunque «débil», prosigue.
El director del Observatorio Etneo, Stefano Branca, explicó que ha decaído el nivel de temblor del volcán, que mide la energía presente en sus conductos internos, si bien el control de su actividad es constante.
La erupción comenzó en la pasada madrugada pero sorprendió cuando, a media mañana, en las alturas de este enorme volcán, pudo verse una colada de material piroclástico que descendía por su cara sureste.
Este alud pudo deberse, según los expertos del INGV, a un colapso de una parte del cráter pero no sobrepasó el «foso» del Valle del León, que se encuentra a 2,900 metros de altitud, por lo que no representó un peligro para las poblaciones a sus faldas.
Aunque sí asustó a los excursionistas que, como cada día, subían a las alturas del monte Etna.
La erupción no obligó al cierre del aeropuerto de la cercana ciudad de Catania, algo frecuente dada la frecuencia de estas explosiones volcánicas.
Peligros para la población
El presidente de Sicilia, Renato Schifani, descartó peligros para la población, según la información remitida por la Protección Civil.
«Según los primeros datos, el material no ha superado el borde del Valle del León y, tal y como me aseguran, no hay peligros para la población«, afirmó.
No obstante, el responsable de la Protección Civil siciliana, Salvo Cocina, recomenzó «la máxima preocupación» a los excursionistas y «evitar la zona de la cima del volcán«.
Al menos «hasta nuevo aviso» debido a «la potencial evolución del fenómeno», puntualizó.