Es importante que se conozca que la Ley de la Relatividad según Albert Einstein nos enseña que toda perspectiva, por diferente que sea, puede ser válida. Del mismo modo, en el béisbol, cada métrica cuenta para evaluar a los grandes. Desde Babe Ruth hasta Willie Mays y de Barry Bonds a Hank Aaron.
El WAR nos da una mirada integral, pero ¿es la única verdad? La relatividad en el juego nos muestra que hay más que números, hay contexto, estadios, épocas.
¿Quién habría sido el rey del jonrón si el superbo Willie Mays hubiera jugado en otros parques? La relatividad nos invita a cuestionar, a considerar más allá de las cifras.
Mientras más hablo o escribo de béisbol o leo o escucho a otros escribir y presentar en las redes sus post card de béisbol, reafirmo que, aunque miremos el mismo juego, no es posible verlo igual.
No importa que lo veamos en el estadio o por televisión. Por televisión hay que sumar que todos tenemos la misma imagen, estamos sometidos a la decisión del director, que elige qué mostrarnos, incluyendo la toma del camarógrafo que identifica algún detalle, como a un niño besando una pelota que acaba de lanzarle su héroe, o a una hermosa dama “hecha a mano” para demostrarnos que no todas son iguales. Como sea, el juego es según cada quien lo ve.
La acción, ciertamente, está donde está la pelota, pero si estamos en el parque, es posible que adelantemos situaciones por la forma en la que están ubicados los jardineros o los jugadores del cuadro.
Podemos apreciar mejor una carrera para perseguir un elevado o la colocación para atrapar una pelota de línea a velocidad de un misil. Hay infinitas maneras de describir todo lo que puede pasar en un juego, no solo en el terreno: el béisbol no es únicamente lo que pasa en el diamante.
Cuando el béisbol estaba en sus primeros innings, el poeta Walt Whitman describió así el juego la primera vez que lo vio, curioso por entender por qué el nuevo deporte estaba fascinando a tanta gente:
“Me gusta su interés en los deportes de pelota, en el béisbol en particular: el béisbol es nuestro juego, el juego estadounidense. Lo conecto con nuestro carácter nacional. Los deportes sacan a la gente al aire libre, la llenan de oxígeno y generan algunas de las costumbres brutales (las llamadas costumbres brutales) que, después de todo, tienden a habituar a la gente a un estoicismo físico necesario. En cierto modo, somos un grupo nervioso y dispéptico; cualquier cosa que repare tales pérdidas, puede considerarse una bendición para la raza. ¡Queremos salir a aullar, jurar, correr, saltar, forcejear, incluso pelear, si así mejoramos las tripas de la gente: las tripas, por viles que sean, por divinas que sean!”.
La cita es de septiembre de 1888, contenida en el volumen 2 de “Con Walt Whitman en Camden”, conversaciones con Horace L. Traubel un entrañable amigo y devoto seguidor del trabajo de Whitman, hace una paráfrasis de esta reflexión del poeta y periodista, lo sintetiza así: “Veo cosas grandiosas en el béisbol, es nuestro juego, el gran juego de los Estados Unidos. Reparará nuestras pérdidas y será una bendición para todos nosotros”.
La visión del béisbol de Walt Whitman como la extensión de la democracia de su país, se comprobaría años después con la integración, no sólo de Jackie Robinson y los afroamericanos; siempre fue un juego que les perteneció, tanto como todo lo que por un tiempo les fue negado.
También es verdad que el béisbol ha sido de los inmigrantes del Caribe, Latinoamérica, Asia, Australia, y poco a poco de Europa. Sin embargo, cabe resaltar que hijos de inmigrantes italianos, alemanes y polacos, encontraron en el béisbol una manera de insertarse y ser parte de la cultura de Estados Unidos.
Otros grandes poetas y escritores como Mark Twain, Ernest Hemingway y Stephen King, fueron seducidos por el béisbol, al punto de hacerlo tema de su literatura.
En este bitercio insular era un manjar conversar sobre béisbol con estos genios de la literatura Marcio Veloz Maggiolo, Manuel Mora Serrano, Mario Álvarez Dugan, Dato Pagán Perdomo, Federico Henríquez Gratereaux y Emilio Cordero Mitchel.
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1991: Luis Mercedes debuta en las Grandes Ligas con los Orioles de Baltimore, batea de 4-2 frente a Kansas City y su primer hit se lo conecta a Kevin Appier.
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1996: José Offerman, Kansas City dispara 4 hits, 3 de ellos dobles, siendo el jugador 19 de la franquicia en lograr esta proeza.
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1997: José Mesa, Cleveland, logra su salvamento 100 de por vida sobre Baltimore.
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1998: Ángel Peña, debuta en las Mayores con los Dodgers, lo hizo en rol de emergente y disparó de hit frente al lanzador Brian Anderson, de Arizona.