Las tensiones entre Estados Unidos y Venezuela se han intensificado en las últimas semanas, en un contexto en el que el gobierno de Donald Trump ha aumentado la presión sobre el presidente venezolano, Nicolás Maduro, imputado por narcotráfico y corrupción durante el primer mandato de Trump.
Algunos altos asesores del presidente estadounidense, entre ellos Marco Rubio, John Ratcliffe y Stephen Miller, han planteado la posibilidad de una operación militar para sacar a Maduro del poder, según reporta The New York Times.
Maduro se defendió el miércoles, asegurando que su país está más que listo para defenderse de Estados Unidos.
«Si los ‘gringos’ amenazan, más trabajamos; si los ‘gringos’ atacan, responderemos, pero el trabajo nada lo para, el trabajo por la patria, el trabajo por la salud del pueblo, por la educación, por la vida del pueblo», expresó en un acto transmitido por el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV).
Rubio ha sido especialmente enfático, llegando a duplicar en agosto la recompensa por la captura de Maduro y calificándolo como un líder ilegítimo que opera un cártel en el hemisferio occidental.
Trump y su equipo han designado a varias organizaciones criminales venezolanas, como el Tren de Aragua y el Cartel de los Soles, como grupos terroristas, y afirman que Maduro mantiene control sobre estas estructuras. Además, el gobierno estadounidense ha comunicado al Congreso que se encuentra en un conflicto armado con ciertos cárteles de drogas, sin especificar todos los grupos involucrados.
En el terreno militar, Estados Unidos ha reforzado significativamente su presencia en el sur del Caribe. Desde agosto, se han desplegado ocho buques de guerra, aviones de vigilancia P-8, drones MQ-9 Reaper, un submarino de ataque, destructores con misiles guiados y una unidad expedicionaria con miles de marines, así como cazas F-35 en Puerto Rico.
- Especialistas señalan que la magnitud de las fuerzas supera ampliamente lo necesario para interceptar embarcaciones de narcotráfico, sugiriendo un posible objetivo estratégico mayor.
En paralelo, el ejército estadounidense ha llevado a cabo cuatro ataques contra lanchas rápidas en el Caribe, presuntamente vinculadas a narcotraficantes venezolanos, que han dejado un total de 21 personas fallecidas. Las operaciones se realizaron en aguas internacionales y, según el gobierno de Trump, los atacados estaban vinculados a organizaciones designadas como terroristas.
Ataque en Venezuela
Fuentes cercanas al Pentágono indican que ya se están elaborando planes para extender ataques dentro del territorio venezolano, aunque no se ha confirmado que incluyan acciones directas contra Maduro ni si el presidente Trump ha autorizado operaciones en suelo venezolano.
Desde Caracas, Maduro ha rechazado las acusaciones y calificado los ataques como un intento de iniciar una guerra. La oposición venezolana, por su parte, ha indicado que monitorea la situación y mantiene contactos con representantes estadounidenses sobre posibles escenarios en caso de un cambio de gobierno.
Sin embargo, expertos en derecho internacional y analistas de inteligencia han cuestionado las justificaciones de Trump para estos ataques. Señalan que los grupos designados como terroristas no cumplen con los criterios tradicionales de beligerancia y que no se han presentado pruebas de que los narcotraficantes constituirían un “conflicto armado” legítimo bajo la ley internacional.
En medio de esta creciente presión, la región observa con atención los movimientos militares y políticos de Washington, mientras se mantiene la incertidumbre sobre los próximos pasos hacia un posible enfrentamiento con el gobierno de Maduro.