Los reyes británicos Carlos III y Camila visitaran este jueves la Santa Sede para reunirse con el papa León XIV, en un encuentro que el Vaticano confía que sirva para profundizar los lazos con la Iglesia anglicana, una tarea a la que ya se han encomendado los anteriores pontífices.
El pasado 9 de abril, los monarcas británicos se presentaron por sorpresa en la Casa de Santa Marta, la residencia del papa Francisco, durante un viaje de Estado por Italia para saludar al pontífice, que se encontraba convaleciente tras pasar 38 días en el hospital, y que falleció solo unos días después, el 21 de abril.
Anteriormente, cuando Carlos era aún príncipe de Gales, la pareja real se había reunido con Francisco el 4 de abril de 2017 y en octubre de 2019 ambos se encontraron durante la canonización de san John Henry Newman.
En esta ocasión, los reyes estarán acompañados por autoridades eclesiásticas anglicanas, pero no por Sarah Mullally, la primera mujer arzobispo de Canterbury, elegida el pasado 3 de octubre para sustituir a Justin Welby al frente de la Iglesia anglicana, quien asumirá el cargo formalmente el próximo mes de enero.
Cinco siglos de separación
La Iglesia anglicana surgió en 1534 tras el cisma provocado por la disputa entre el rey Enrique VIII con Roma a raíz de la anulación en 1531 de su matrimonio con Catalina de Aragón, su primera esposa, hija de los Reyes Católicos de España y tía del emperador Carlos V.
En 1534 el rey se hizo reconocer jefe de la Iglesia de Inglaterra mediante la promulgación de la denominada Acta Suprema que también consagraba la separación de la Iglesia anglicana de la obediencia del papa.
Pese a los desencuentros dogmáticos y a que en 1896 el papa León XIII negó, mediante la bula Apostolicae Curae, la validez de las ordenaciones anglicanas, el diálogo entre ambas iglesias, aunque con altibajos, nunca se ha interrumpido.
El impulso más importante se dio a raíz del Concilio Vaticano II (1962-1965), durante el Pontificado de Juan XXIII, que abrió una nueva etapa.
En marzo de 1966 se produjo el primer encuentro formal entre los líderes de la Iglesia católica y la Comunión Anglicana en 400 años, una reunión en Roma entre el papa Pablo VI y el arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey, que firmaron una declaración conjunta por la que ambas confesiones se comprometían a buscar el acercamiento.
El acercamiento y los encuentros se mantuvieron, y en 2000 el arzobispo de Canterbury, George Carey, asistió en Roma junto a Juan Pablo II a la apertura de la Puerta santa de San Pablo Extramuros con ocasión del Jubileo, en una celebración ecuménica sin precedentes.
Las diferencias entre católicos y anglicanos radican sobre todo en el misterio de la Eucaristía, el orden sagrado y la autoridad de la Iglesia.
Sin embargo, posteriormente se han añadido otras discrepancias: los anglicanos permiten la ordenación de las mujeres como sacerdotes (la primera en 1994) y obispos (2015), y también aceptan la ordenación de homosexuales (2013), admiten la comunión eucarística de divorciados vueltos a casar y aprueban los métodos anticonceptivos.
En octubre de 2009 el Vaticano anunció su disposición a acoger en la Iglesia católica a los anglicanos que lo desearan sin tener que renunciar a sus ritos, para lo que aprobó la Constitución apostólica Anglicanorum Coetibus.
Visitas de papas al Reino Unido
La primera visita de un papa al Reino Unido fue la de Juan Pablo II en junio de 1982 y hubo que esperar a 2010 para que regresase otro papa, Benedicto XVI.
El viaje de Juan Pablo II, el primero desde el cisma de 1534, coincidió con la Guerra de las Malvinas entre el Reino Unido y Argentina, y no hubo encuentros con la reina Isabel II o las autoridades eclesiásticas anglicanas.