Al comenzar la jornada del jueves, los Rojos de Cincinnati tenían, por mucho, el peor récord de Grandes Ligas, con un pírrico 3-21, en medio de una horrorosa racha de ocho derrotas que tiene a este equipo encaminado a establecer un récord negativo e histórico.
La peor marca del béisbol moderno la tienen los Mets de Nueva York, de 1962, que perdieron 120 partidos, marca que quedaría totalmente eclipsada por los Rojos del 2022, que proyectan 141 derrotas este año.
Los dirigidos por David Bell dan pena y vergüenza, y figuras relevantes como Luis Castillo no han podido debutar debido a lesiones y el miércoles Bell anunció que Joey Votto seguiría fuera unos días más por COVID-19.
Pero este equipo es malo de principio a fin, con un diferencial de carreras de -82, una marca en casa de 1-7 y de 2-14 en la ruta.
Como equipo, los Rojos apenas promedian .201 de bateo, más de 30 puntos por debajo del promedio de la liga y no hay un solo jugador ofensivo con WAR que llegue a 1.0.
La efectividad colectiva del equipo es de 6.68 y su defensa ha cometido 11 errores en los 24 partidos que han jugado.
Este es el mismo equipo cuyo dueño, Robert Castellini, explotó con la prensa a inicios de la temporada, reconociendo que el equipo era malísimo, pero que si lo vendía lo más que podía suceder era que los nuevos dueños se llevaran la franquicia a una nueva ciudad.
Los Rojos tienen una nómina de US$117 millones, pero si se puede decir algo de ellos, realmente, es que son un equipo fallido.