La Estación Espacial Internacional (ISS) ha estado operativa durante más de dos décadas, permitiendo a científicos y astronautas realizar investigaciones esenciales en condiciones de microgravedad. Sin embargo, la estructura envejecida de la estación está comenzando a mostrar signos de desgaste.
En su último informe, la NASA ha notificado que las fugas de aire en la ISS han alcanzado un punto crítico, con tasas de filtración “a su nivel más alto”, lo que representa un riesgo significativo para la integridad de la estación. El problema se ha detectado en varios módulos, pero es particularmente grave en el módulo de servicio ruso Zvezda, donde ya se han registrado fugas de aire anteriormente.
Este aumento en las filtraciones ha obligado a la NASA y a Roscosmos, la agencia espacial rusa, a trabajar en conjunto para identificar las áreas más vulnerables y buscar soluciones urgentes. La ISS es un símbolo de colaboración espacial global, pero el informe de la agencia estadounidense indica que podría tener su final más cerca de lo que pensábamos.
La NASA enfrenta riesgos al sostener la operación de la ISS hasta 2030
Con más de 25 años de actividad continua en la órbita terrestre baja (LEO), la NASA enfrenta un desafío monumental: sostener las operaciones hasta 2030 y realizar un desorbitado controlado para su retiro en 2031.
El presupuesto anual destinado a la ISS, de aproximadamente 4.100 millones de dólares, asegura que la estación siga funcionando y que los astronautas puedan continuar con sus experimentos científicos en condiciones de microgravedad.
Sin embargo, con una estructura envejecida y la necesidad constante de reemplazar piezas esenciales, la NASA ha identificado riesgos crecientes. Como decimos, las fisuras y fugas de aire en el módulo de servicio ruso son de particular preocupación, especialmente para la tripulación.
La tasa de fuga de aire, aunque de momento no ha alcanzado niveles peligrosos para los astronautas, está aumentando más rápido de lo esperado, lo que podría poner en riesgo las operaciones a largo plazo de la ISS. La NASA ha señalado que se están tomando medidas de precaución para garantizar que la tripulación no esté en peligro inmediato, pero la situación requiere una intervención rápida.
Los ingenieros de la NASA y Roscosmos están monitorizando las fugas las 24 horas, utilizando sensores especializados para rastrear la pérdida de presión en la estación. Además, cierran la escotilla del módulo de servicio Zvezda cuando no se requiere el acceso, sellando así esta zona “para minimizar la pérdida de aire mientras se aísla la fuga”.
Si bien “es posible que la ISS funcione si la escotilla está cerrada de manera permanente, podría afectar la entrega de carga porque habría un puerto de entrega de carga menos”, explica el informe de la NASA.
El futuro de la ISS
Con las fugas de aire en aumento, la viabilidad de mantener la ISS operativa hasta 2030, como estaba planeado, se está viendo comprometida. Aunque la NASA continúa trabajando para controlar la situación, el envejecimiento de la estructura y los crecientes costes de mantenimiento son desafíos difíciles de superar.
“Para garantizar el correcto funcionamiento de la ISS, sus piezas y hardware se controlan, reparan y actualizan periódicamente. Descubrimos que entre el año fiscal 2019 y el año fiscal 2023, los costes de mantenimiento y operaciones del sistema de la NASA se mantuvieron estables en aproximadamente mil millones de dólares por año”, indica el informe.
El coste estimado del proyecto ha crecido significativamente, alcanzando los 1.500 millones de dólares.
No obstante, no se trata solo de que con el paso del tiempo haya “una demanda continua de reparaciones y actualizaciones”, sino que además “las piezas clave necesarias para las operaciones continuas pueden ser más difíciles de adquirir a medida que los proveedores disminuyan o cesen la producción en respuesta al final de la vida útil proyectada de la estación en 2030”.
Estos problemas de la cadena de suministro “pueden volverse más evidentes si la NASA continúa las operaciones después de 2030”, añaden.
El plan para eliminar la Estación Espacial Internacional
Después de más de una década de esfuerzos, la NASA y sus socios continúan desarrollando un plan de transición y desorbitación para garantizar una desorbitación segura y controlada de la ISS.
Recientemente, se ha determinado que el plan de desorbitación original, que dependía únicamente de la propulsión de tres vehículos rusos Progress, “era insuficiente para lograr una desorbitación controlada de la ISS”. Según la NASA, estos vehículos “ofrecen menos control durante la desorbitación que un vehículo diseñado específicamente para realizar una desorbitación controlada”.
En respuesta, la NASA presentó un nuevo plan que incluye un vehículo de desorbitación estadounidense —aún por desarrollar— que trabajaría con dos naves espaciales rusas Progress para iniciar y completar la desorbitación de la ISS a partir de 2029 y concluir en 2031.
La NASA ya está desarrollando esta nave especializada para el desorbitado controlado de la estación de la mano de SpaceX, la empresa aeroespacial de Elon Musk.
En junio de 2024, NASA adjudicó un contrato a SpaceX por valor de 843 millones de dólares para el desarrollo de esta nave.
La relación con Rusia: un factor clave
Rusia juega un papel vital en los planes de desorbitado de la ISS, dado que gran parte de la propulsión para maniobras en órbita depende de sus naves Progress. Sin embargo, Moscú solo se ha comprometido a colaborar hasta 2028, lo que deja una gran incertidumbre sobre su participación a partir de esa fecha. Si Rusia decide no prolongar su cooperación, el plan de desorbitado podría verse comprometido.
La colaboración entre NASA y Roscosmos ha sido fundamental para la operación continua de la ISS desde su lanzamiento en 1998. Con el futuro incierto, la capacidad de la ISS para realizar un desorbitado controlado dependerá de si se pueden resolver las cuestiones técnicas y diplomáticas en los próximos años
Mientras tanto, Rusia tiene planes para desarrollar su propia estación espacial.