El regreso del papa este domingo al Vaticano, después de 38 días ingresado en el Policlínico Gemelli de Roma por una grave infección respiratoria, marca una nueva fase en su pontificado, en la que Francisco, tan aficionado a la cercanía de los fieles y trabajador extenuante, deberá cambiar muchos hábitos.
Esta nueva etapa, que no estará exenta de «sorpresas», según el cardenal argentino, Víctor Manuel Fernández, muy cercano al papa y que también ha negado que el pontífice piense en renunciar, comenzará con al menos dos meses de «convalecencia protegida», en palabras de su médico de referencia en el Vaticano, Luigi Carbone.
En ese tiempo, el pontífice, de 88 años y que durante su hospitalización sufrió dos crisis en las que «su vida estuvo en peligro», tendrá que continuar con su tratamiento farmacológico y las terapias motora y respiratoria, deberá seguir usando el oxígeno y también guardar reposo, alejado del contacto estrecho con la gente.
- La decisión de los médicos llega tras dos semanas de mejora estable, prácticamente desde que los médicos levantaron el diagnostico reservado al considerar que su vida ya no corría «peligro inminente» y después de dos graves crisis que le pusieron al borde de la muerte.
También ha pesado en el alta el hecho de que la recuperación necesitará tiempo y en el hospital hay un alto riesgo de infección, mucho mayor que en su residencia, y el intenso deseo de Francisco de volver al Vaticano, considerando que existía el riesgo de que una estancia más larga le desmoralizase.
«Está contentísimo (…) lleva cuatro días preguntando» cuándo sale, reveló en la rueda de prensa en la que el sábado se anunció el alta Carbone, quien se ocupará de la «convalecencia protegida» que seguirá Francisco en su residencia de la Casa Santa Marta.
El Vaticano está equipado para emergencias, como recordó Carbone, pero ahora lo importante es que el papa restrinja sus encuentros, en especial con grupos y niños, pero no solo: también deberá evitar las reuniones con colaboradores, amigos y fieles más allá de lo necesario.
Ese parece el mayor riesgo dada la naturaleza del pontífice, cuya impronta conocida como «el estilo Francisco«, volvió a aparecer hoy, cuando, en el camino de regreso al Vaticano, la comitiva encabezada por el utilitario en el que viajaba el papa, con las cánulas nasales para recibir oxígeno puestas, cambió de ruta.
En un movimiento inesperado, el grupo se desvió para pasar primero por la Iglesia de Santa María La Mayor, que custodia el icono ‘Salus Populi Romani’, del que Francisco es muy devoto y que visita siempre después de sus viajes, en un recorrido por las calles del centro de Roma, que fue retransmitido en directo por la televisión pública italiana RAI.
En cualquier caso, la Iglesia parece prepararse para asumir «otra forma de ser papa«, en palabras del cardenal Anders Arborelius, arzobispo de Estocolmo y miembro de varios dicasterios de la Curia romana.
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«Después de una enfermedad así, Francisco no podrá viajar, no podrá asistir a muchas reuniones. Será más bien un papa en oración, llevará una vida más escondida, más tranquila. Tendrá que ser menos comunicativo, pero se centrará en las cosas más importantes: sus palabras tendrán más peso», asegura en el diario «Repubblica».
Para el cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio Cardenalicio, «quizá Francisco no pueda recibir gente durante algún tiempo, o al menos tenga que reducir sus audiencias. Pero siempre podrá recibir papeles y documentos de todo el mundo. Y seguir gobernando la Iglesia«, según afirma al «Corriere della sera».
En cualquier caso, todo dependerá de la recuperación que se inicia este domingo. En el Gemelli, Francisco ha sido un «paciente ejemplar» y ha «seguido todos los consejos», según los médicos. Ahora habrá que ver si lo sigue siendo en el Vaticano.