«Mi mujer murió delante de mí», dice a EFE Asadolah Moghadam. Este hombre se encontraba en la prisión Evin de Teherán junto con su esposa visitando a su hermano cuando esta cárcel fue alcanzada por proyectiles israelíes el lunes.
«Sonó una explosión y después humo, ruido…», cuenta dos días después Moghadam en una cama en el Hospital Taleqani de la capital, donde continúa ingresado, con un brazo roto, laceraciones en varios puntos del cuerpo y, sobre todo, una enorme pena.
Cuando tomó conciencia de lo que ocurría a su alrededor, su mujer y su cuñado estaban muertos en la zona de visitas de esta prisión, que es uno de los principales lugares de detención de disidentes, periodistas críticos y otros opositores a la República Islámica.
A su alrededor en el hospital otros tres pacientes se recuperan de las heridas, pero prefieren no hablar en público.
Moghadam, trabajador en una fábrica de muebles, es uno de los 4.746 heridos en el conflicto que comenzó Israel el 13 de junio, y su mujer y su cuñado forman parte de los 610 muertos, según datos de las autoridades iraníes.
No fue el único herido en la prisión en ser trasladado al Hospital Taleqani, donde trasladaron a otras 40 personas «cubiertas de sangre, con fracturas, quemaduras…», dice a EFE el doctor H. Eghalimi.
Este médico especializado en trasplantes de hígado trabajó durante horas tratando a los pacientes, con llamadas de su mujer e hijas de 4 y 14 años para que regresara a casa.
«Papa, ven me decían mis hijas asustadas, pero tuve que explicarles que tenía que quedarme por los pacientes», cuenta. «Fue muy duro, todo esto es muy triste».
Veterana de la «primera» guerra
La enfermera Ashraf Bargui, de 64 años, también se encontraba trabajando ese día, pero afirma que no tuvo mucho miedo porque ya ejerció de sanitaria en la «primera guerra«, en una referencia al conflicto entre Irán e Irak de los años 80.
«Llegaban pacientes con manos amputadas, sin pies», dice acerca del lunes, el peor día para ella de estos doce días de guerra.
El lunes además de Evin, Israel lanzó ataques cerca de la sede de la Media Luna Roja, que ya había sido alcanzada en ataques anteriores, en la plaza Vanak y otros puntos de la capital.
Afirma que todo «fue muy duro» pero «tratamos de mantenernos fuertes por los pacientes».
Ataques contra instalaciones civiles
El caso de Moghadam resume bien lo que ha ocurrido en la llamada guerra de los 12 días entre Irán e Israel: Es un civil, como la mayoría de víctimas, y se encontraba en un lugar civil, como tantos otros de los lugares que han sido atacados por Israel en la capital.
El ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, confirmó el lunes en un mensaje de X el ataque a la prisión Evin, afirmando que es una respuesta a los últimos ataques de Irán en Israel.
«Avisamos a Irán una y otra vez: ¡paren de atacar a civiles! Continuaron, incluyendo esta mañana. Nuestra respuesta: ‘¡Viva la libertad, carajo!'», escribió en un mensaje enteramente en inglés excepto la última frase emblema del presidente argentino, Javier Milei.
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos consideró el ataque a la prisión como una grave violación del derecho internacional que pidió que se proteja a los reos independientemente de si sufren prisión arbitraria o cumplen condenas por delitos realmente cometidos, y la prisión no debería haber sido un objetivo militar.
Las autoridades iraníes no han informado de los daños totales a la prisión, pero dijeron que afectó a la enfermería y que se produjeron heridos, sin dar detalles.
En el Hospital Taleqani, por su parte, se ha recobrado cierta normalidad y allí celebran el fin de la guerra tras el alto el fuego anunciado ayer por el presidente estadounidense, Donald Trump.
«El fin de la guerra es estupendo«, dice Bargui, la enfermera que ya vivió la «primera» guerra de la década de los ochenta del siglo pasado y ahora ha sobrevivido a la segunda, la de los 12 días.